Es el momento en que se descubre de forma clara que solo existe
el presente. (Donde nace el pasado y el futuro), creándose y
disolviéndose en el mismo instante
la conciencia sicológica del hombre funciona de
acuerdo con 5 modos de pensamiento diferentes que se desarrollan en una
serie.
Los 5 modos de pensamiento del hombre: Condiciones del satori
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Dormir profundo sin sueños. En este modo la mente no encierra ninguna visión o imagen y el modo de funcionamiento es el no-funcionamiento.
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Dormir con sueños.
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Vigilia con ensueños
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Vigilia con pensamiento concreto teniendo en mente el exterior real
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Vigilia con pensamiento intelectual puro
Exceptuando el primer modo de pensamiento, la mente
encierra un film imaginativo pero que difiere en cada uno de los modos
de pensamiento humano. Este film imaginativo está caracterizado por sus imágenes,
que pueden ser concretas, particulares, reales o abstractas. Asimismo,
el film imaginativo se caracteriza por el estilo de agrupar las imágenes
y puede ser simbólico, realista o intelectual puro.
Se considera que el primer modo de pensamiento (dormir sin sueños) es la ausencia total del pensamiento.Lo opuesto sería la vigilia con pensamiento intelectual puro, que es el estado de meditación contemplativo. Entre estos dos modos de pensamiento se encuentran los demás estados, que son etapas por las que pasa el hombre en su camino hacia el satori.
El camino hacia el satori
Dice el zen que el animal no humano es incapaz de
alcanzar el satori pues sólo posee los primeros cuatro modos de
pensamiento y no puede alcanzar el quinto. El pensamiento meditativo (vigilia
con pensamiento intelectual puro) es necesario para comprender la
vanidad del trabajo del hombre realiza para satisfacer las aspiraciones
de su naturaleza humana; sólo este modo de pensamiento es capaz de
concebir nuevos métodos en pos de alcanzar esa satisfacción para luego
darse cuenta que todo lo que ha hecho es inútil. Esta certidumbre es la condición primaria para alcanzar el satori.
Dice el zen, que las condiciones para alcanzar el satori
se pueden comprender en base a una parábola. Un hombre está encerrado
en una celda, cuya puerta se abre hacia el interior. Este hombre empuja
para abrirla, pero cuanto más esfuerzo realiza, la puerta más se cierra.
Si el hombre deja de empujar, la puerta se abre por sí sola. La
percepción del hombre del esfuerzo que debe hacer para liberarse es mero
artificio. El hombre debe aislar su centro intelectual para protegerlo de sus emociones. He aquí otra de las condiciones del satori.
Condiciones para alcanzar el satori
Dice el zen:
“El verdadero satori significa que se ha logrado una
calma perfecta en la mente de un hombre que no se ha apartado de las
circunstancias que conciernen a su Ego, sino que, por el contrario, las
vive plenamente”
En la mente del hombre que ha alcanzado el satori hay
algo que está en suspenso. No se trata de suspender el funcionamiento
mental sino que la mente gira perfectamente, sin agitaciones.
Estas agitaciones, son las emociones del hombre.
Las emociones representan un obstáculo en la energía vital del hombre según el zen; este obstáculo, entre el centro instintivo y el centro intelectual y se produce en un tercer centro, llamado “centro emocional”.
El obstáculo al que se refiere el zen se produce cuando el centro intelectual no está aislado sino que está regido por las emociones. La
imposibilidad de aislar el centro intelectual se debe a la pasividad de
la mente humana ante el problema final de la condición del hombre. El
hombre se afana en su necesidad de “ser distinto” sin tener consciencia
de ello y vive atento a las formas de sus estados psicosomáticos, a sus variaciones cualitativas y no puede ver la variación cuantitativa de la sensación de su existencia.
Si en cualquier momento, el hombre desea percibir su
sensación de existir, puede hacerlo, pero esto será una sensación
momentánea, que desaparecerá tan pronto interactúe con otros hombres o
realice cualquier actividad.
Durante esta sensación o percepción de existir la mente está activa ante esa condición real, en el instante de la existencia; de ese modo el centro intelectual está aislado y el hombre que desee alcanzar el satori debe aislar su centro intelectual para protegerlo de la agitación de las emociones.
Según el pensamiento zen, el hombre que desea alcanzar el satori debe prepararse aislando su centro intelectual para resguardarlo de las emociones. Para ello, debe tener siempre presente percibir su sensación de existir. Esto debe ser posible a cada instante, sin perjuicio de lo que el hombre realice o piense en cualquier momento; una de las condiciones del satori, aunque parezca paradójico, es percibir el fracaso de esos esfuerzos y llegar a la perfecta inamovilidad.
Condiciones del satori
Dice el zen que la explosión del satori se
asemeja a un hombre que está separado de la luz por un muro. Cada vez
que el hombre toca el muro, éste se vuelve más alto. Por fin llega el
día en que se da cuenta que todos sus esfuerzos han sido inútiles y la
altura que ha alcanzado el muro es inmensa, inconmensurable; el hombre
se siente desfallecer y percibe la catástrofe reveladora que provoca una reacción en su mente, que lo ilumina.
El esfuerzo de tocar el muro para derribarlo es el
que el que el hombre realiza en su esfuerzo por percibir la existencia y
la iluminación que obtiene el hombre que avanza hacia el satori
es todo lo contrario, es un esfuerzo que se orienta hacia la
simplicidad perfecta de modo de escapar de las complejidades que
introducimos de manera intelectual en el problema de la existencia.
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