En el
experimentos que llevaron a cabo los científicos, consistía en poner a
dos personas a jugar a la OUIJA, al cabo de un rato, uno de los
participantes salía de la sala sin que el otro lo supiera, así
comprobaron que los movimientos de la OUIJA estaba totalmente basados en
el efecto ideomotor.
Estos
movimientos involuntarios, están desencadenados por unos estímulos en
particular en la zona receptiva del cerebro humano. Para que todo esto
ocurra, se debe pasar cierto umbral, no necesariamente, tiene que ver
con los reflejos, que sucede por otra cosa muy diferente, ya que estos
movimientos, se basan en cambios de temperatura.
Esta idea fue probada por el científico William Carpenter en el año 1852, para demostrar que los músculos humanos sufren movimientos que pueden ser independientes de las emociones y de los deseos.
En otras palabras:
El efecto
ideomotor es un movimiento, totalmente involuntario, que sufren nuestros
músculos, sin la necesidad de ser por las emociones o sentimientos.
Algo que nosotros hacemos totalmente con la mente, con nuestro cerebro.
Como comprobarlo
Hazlo tú mismo:
No hace falta jugar a la OUIJA estos son los sencillos "pasos" a seguir para comprobarlo ustedes mismos:
"Fabríquese
un péndulo. No hace falta ir a una tienda esotérica a adquirir un
péndulo de cuarzo con cadena de plata mistificada con el aura de la
gnosis tántrico-egipcia, sino que basta con cualquier peso atado a un
hilo de unos 15 cm. de largo. (Es cierto, sin embargo, que un péndulo de
aspecto "profesional" y "misticón" puede ser más efectivo para personas
más proclives a la sugestión.)
Lleve el péndulo a una persona y dígale, con toda la certeza que pueda fingir, que dicho péndulo es un detector de mentiras eficacísimo.
Explique que debe sostener el péndulo con el índice y el pulgar, el brazo más o menos extendido, y deje muy claro que cuando la persona diga la verdad, el péndulo se moverá en línea recta, pero cuando diga una mentira, el péndulo se moverá describiendo un círculo.
Lleve el péndulo a una persona y dígale, con toda la certeza que pueda fingir, que dicho péndulo es un detector de mentiras eficacísimo.
Explique que debe sostener el péndulo con el índice y el pulgar, el brazo más o menos extendido, y deje muy claro que cuando la persona diga la verdad, el péndulo se moverá en línea recta, pero cuando diga una mentira, el péndulo se moverá describiendo un círculo.
A continuación, hágale
algunas preguntas a la persona pidiéndole que mienta en algunas
respuestas y vea cómo su sujeto se asombra al descubrir que, sin que él o
ella esté conscientemente moviendo el péndulo, cuando dice la verdad el
péndulo se mueve recto y cuando miente se mueve en círculo.
Luego vaya con otra persona (alguien que no haya visto el primer experimento, obviamente), y dígale exactamente lo mismo, con el siguiente cambio: que cuando la persona diga la verdad, el péndulo se moverá en círculo y, cuando mienta, se moverá en línea recta. Su sujeto se sorprenderá igual que el anterior, porque cuando responda la verdad el péndulo describirá un círculo y cuando mienta se moverá en línea recta.
En la mayoría de los casos, lo que usted diga influirá en los resultados, en el movimiento del péndulo. Inténtelo con varios sujetos.
¿Qué pasa? Evidentemente el péndulo no tiene la más remota idea de cuándo una persona dice la verdad o miente, faltaba más. Pero al darle las instrucciones a su sujeto experimental, usted condiciona el movimiento involuntario de los músculos de la persona, de modo que ella hará, sin estar consciente de ello, que el péndulo se mueva según lo que usted haya dicho. Está usted viendo en vivo y a todo color el "efecto ideomotor".
Como pueden ver, ya les acercamos un poco más a lo que realmente pasa en sus cabezas, cuando jugamos a la ouija, un juego que como hemos venido ya advirtiendo desde nuestro comienzos, hay que tener mucho cuidado, ya que las consecuencias de jugar, pueden ser muy peligrosas. Hay que estar muy preparado patológicamente para realizar este juego, sino nuestro cerebro, nos jugará muy malas pasadas.
Luego vaya con otra persona (alguien que no haya visto el primer experimento, obviamente), y dígale exactamente lo mismo, con el siguiente cambio: que cuando la persona diga la verdad, el péndulo se moverá en círculo y, cuando mienta, se moverá en línea recta. Su sujeto se sorprenderá igual que el anterior, porque cuando responda la verdad el péndulo describirá un círculo y cuando mienta se moverá en línea recta.
En la mayoría de los casos, lo que usted diga influirá en los resultados, en el movimiento del péndulo. Inténtelo con varios sujetos.
¿Qué pasa? Evidentemente el péndulo no tiene la más remota idea de cuándo una persona dice la verdad o miente, faltaba más. Pero al darle las instrucciones a su sujeto experimental, usted condiciona el movimiento involuntario de los músculos de la persona, de modo que ella hará, sin estar consciente de ello, que el péndulo se mueva según lo que usted haya dicho. Está usted viendo en vivo y a todo color el "efecto ideomotor".
Como pueden ver, ya les acercamos un poco más a lo que realmente pasa en sus cabezas, cuando jugamos a la ouija, un juego que como hemos venido ya advirtiendo desde nuestro comienzos, hay que tener mucho cuidado, ya que las consecuencias de jugar, pueden ser muy peligrosas. Hay que estar muy preparado patológicamente para realizar este juego, sino nuestro cerebro, nos jugará muy malas pasadas.
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