Ahora, un equipo internacional de investigadores confirma esas
evidencias globales a escala local, justo en la superficie del planeta
rojo que recorre Curiosity: el cráter Gale. “Este estuvo cubierto por
glaciares hace aproximadamente 3.500 millones de años, y fueron
particularmente extensos sobre su monte central, Aeolis”, apunta a Sinc
el autor principal, Alberto Fairén, científico del Centro de
Astrobiología (INTA-CSIC) y de la Universidad Cornell en EE UU.
“Pero en aquella época también había ríos y lagos con agua líquida muy fría en las zonas de menor elevación dentro del cráter”, añade el investigador, quien destaca el hecho de que el antiguo Marte fuera capaz de “mantener grandes cantidades de agua líquida –un elemento esencial para la vida– al mismo tiempo que gigantescas masas de hielo cubrían regiones extensas de su superficie”.
Para realizar el estudio, que publica la revista Planetary and Space
Science, el equipo ha utilizado las imágenes captadas con las cámaras
HiRISE y CTX del orbitador Mars Reconnaissance Orbiter de la NASA, junto
a la HRSC que lleva la sonda Mars Express de la Agencia Espacial
Europea (ESA).
El análisis de las fotografías revela la presencia de cuencas
cóncavas, morfologías lobulares, estructuras lineales, restos de
morrenas y depósitos en forma de abanico que delatan la existencia de
antiguos glaciares en Gale. De hecho pudieron ser muy similares a
algunos sistemas glaciares que se observan hoy en la Tierra.
“Por ejemplo, hay un glaciar en Islandia –con el complejo nombre de
Breiðamerkurjökull– que guarda enormes similitudes con lo que vemos en
el cráter Gale, y que suponemos se parece mucho a los que cubrieron su
monte central”, comenta Fairén.
Cumbres
del monte Aeolis en el cráter Gale, donde se observan morfologias
lobulares y lineales generadas por el movimiento de hielo glaciar en el
pasado.
En el artículo también se muestran imágenes de otros sistemas
glaciares terrestres homólogos a los de Marte, como el glaciar Malaspina
–llamado así en honor al famoso marino al servicio de España– en
Alaska, u otros situados en regiones del norte de Canadá y la Antártida.“Dentro de la misión Mars Science Laboratory (MSL) de la NASA, el
rover Curiosity todavía puede encontrar más evidencias de la actividad
glaciar en Gale, y a una escala muy pequeña, como por ejemplo detectando
acumulaciones de guijarros angulosos, rocas arañadas o cadenas de
depósitos glaciares”, señala Fairén.Aun así, el investigador subraya que el estudio actual “proporciona
por primera vez una solución conjunta al clima pasado de Marte, ya que
explica al mismo tiempo las huellas geológicas de la antigua presencia
de agua líquida que cubren todo el planeta y los modelos climáticos que
han demostrado que Marte nunca fue un planeta cálido”
.En el caso concreto del cráter Gale, se supone que fue excavado por
el impacto de un gran meteorito hace unos 3.600 millones de años, y que
se cubrió de glaciares muy poco tiempo después.
“Incluso es posible que la zona de impacto ya estuviese cubierta por
glaciares antes de la colisión, y en ese caso, estos habrían recubierto
el cráter recién formado en muy poco tiempo”, dice Fairén, que concluye
destacando un aspecto relevante para la vida: “La energía del impacto,
combinada con el hielo de la superficie, podría haber generado entornos
muy interesantes desde un punto de vista astrobiológico, como por
ejemplo zonas hidrotermales”.
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