Los investigadores han descubierto que uno de los mayores asteroides del cinturón principal, el conjunto de fragmentos rocosos que se encuentra entre las órbitas de Júpiter y Marte, está cubierto de hielo y de material orgánico, principalmente carbono.
Para ello utilizaron el telescopio de infrarrojos que la NASA posee en la cima del volcán inactivo Mauna Kea, en Hawaii. La espectroscopia mide la longitud de onda de la luz que los cuerpos celestes reflejan, cuando los rayos del Sol inciden sobre su superficie.
Los científicos cuentan con unos valores de referencia según la reflexión lumínica en distintos materiales.
Midieron la longitud de onda de la luz reflejada en cuatro puntos de
Themis y compararon los valores con las referencias. Quedó claro que
toda la superficie del asteroide está cubierta de una fina capa de hielo.
El fragmento rocoso se encuentra muy cerca del Sol, por lo que el agua congelada debería sublimar, pasar al estado gaseoso. Por eso, la presencia de hielo es, cuanto menos, sorprendente.
Se han propuesto dos teorías al respecto. El centro del asteroide podría estar formado de hielo,
que emerge a la superficie en forma gaseosa. Una parte de ese vapor de
agua podría condensarse y congelarse en la superficie, y permitir una
renovación de esta capa.
Una composición similar al agua terrestre
En todo caso, parece confirmado que el material hidratado recién descubierto tiene una composición muy similar a la del agua de los océanos terrestres, lo que hace pensar en un posible origen cósmico del H2O.
La Tierra se encuentra demasiado cerca del Sol para que el vapor de
agua pudiera condensarse en hielo. Por eso, el agua de los océanos ha de
proceder de otros cuerpos, más alejados del Astro Rey.
La presencia de hielo en un asteroide del cinturón principal es, por tanto, una posible respuesta al enigma que plantea el origen del agua de la Tierra.
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